
ALLCOOL- Incrementando la concienciación y la investigación-acción de acción sobre el consumo intensivo de alcohol o Heavy Epsiodic Drinking (HED) entre jóvenes con bajos ingresos y jóvenes adultos en paro en el sur de Europa - es un proyecto de investigación-acción donde un consorcio de grupos de interés de 3 países de Europa del sur (Portugal, España e Italia) tienen el objetivo de intervenir en el consumo intensivo de alcohol (HED) entre los jóvenes. Esta investigación pretende aumentar el conocimiento sobre HED, centrándose en las diferencias sociodemográficas.
Esta investigación se ha desarrollado mediante la combinación de metodologías cualitativas y cuantitativas, que incluye 372 cuestionarios y 2 grupos de discusión con jóvenes de 18 a 29 años, así como 1 entrevista grupal a profesionales de la prevención.
En este post, resumimos algunos de los principales resultados relacionados con los comportamientos de protección y riesgo de la juventud de Tarragona (España).
En la investigación se han analizado las conductas de protección, es decir los comportamientos de consumo -tanto individuales como colectivos- que limitan el consumo de alcohol o minimizan las consecuencias negativas a nivel social o de salud.
Los resultados revelan que 8 de las 19 conductas de protección analizadas se llevan a cabo a menudo o siempre por parte de más de más del 50% de los encuestados, mientras que sólo 3 de las conductas de protección analizadas son llevadas a cabo por menos del 35% de las personas encuestadas.
Los comportamientos más frecuentes están orientados a la reducción de daños graves. Por el contrario, los que tienen una frecuencia más baja se relacionan, principalmente, con la limitación de la cantidad de alcohol consumido. Los comportamientos protectores son menos frecuentes entre aquellas personas que manifiestan haber realizado un HED. Los datos muestran que las personas que han completado un episodio HED en dos o menos horas realizan con menos frecuencia todos los comportamientos protectores que aquellos que han tardado más de 2 horas. El grupo que lleva a cabo más prácticas de protección son las mujeres de 24 a 29 años.
Los datos ponen de manifiesto que la posición social no es una variable explicativa de los comportamientos protectores. En cambio, hay diferencias significativas en cuanto a la edad y el sexo. A medida que la edad aumenta, los jóvenes incorporan progresivamente más conductas de protección. Las personas de 24 a 29 años realizan con más frecuencia que las de 18 a 23 años todos los comportamientos protectores (16 puntos porcentuales). Los encuestados indican que, a medida que se han hecho grandes, han ido incorporando algunos de los comportamientos de protección, como beber lentamente o evitar mezclar diferentes tipos de bebidas.
En cuanto al sexo, las mujeres suelen llevar a cabo todos los comportamientos de protección más a menudo que los hombres, independientemente de su posición social o edad (12 puntos porcentuales). Por tanto, el grupo de población que pone en práctica más comportamientos protectores son las mujeres de 24 a 29 años. De hecho, las mujeres llevan a cabo comportamientos protectores en mayor medida a medida que aumenta la edad. En consecuencia, las diferencias entre hombres y mujeres no se reducen con la edad, sino que se amplían.
Una cultura colectiva de consumo: gestión colectiva del consumo de alcohol y consecuencias negativas
Mientras que en las culturas de consumo propias de los países norte-europeos la gestión del consumo de alcohol y sus consecuencias negativas son una responsabilidad individual, en Tarragona, los jóvenes tienden a gestionarlo colectivamente. Así, la responsabilidad no se circunscribe al individuo, sino que recae sobre el grupo de iguales.
Según los datos cuantitativos, tres de las cinco conductas de protección más habituales están relacionadas con el cuidado de los amigos, como por ejemplo asegurarse de ir a casa con un amigo o tener a alguien que avise cuando se ha bebido demasiado. Por lo tanto, los comportamientos protectores más habituales son, en su mayoría, estrategias grupales que permiten a los jóvenes gestionar colectivamente los riesgos del consumo de alcohol. Además de estos comportamientos, los participantes de las entrevistas mencionan muchas otras estrategias que han puesto en práctica para evitar que sus amigos beban demasiado y otros en los que los cuidan cuando éstos ya están bebidos. Por ejemplo, retirándoles la bebida, diciéndoles que no queda, acompañando la persona en su casa, o estando a su lado mientras se recuperan.
Aunque no todas las prácticas de cuidado que realizan son necesariamente adecuadas, el hecho de que la mayoría se realice en grupo indica que hay una lógica colectiva en la cultura de consumo entre los jóvenes. Estos datos muestran que el consumo de alcohol y, específicamente, los comportamientos de protección necesitan de un marco de análisis centrado en el colectivo. Es decir, para entender porqué los jóvenes tienden a llevar a cabo algunas conductas de protección, no debemos centrarnos en las acciones individuales. Las personas no actúan únicamente en función de decisiones racionales individuales, ni consideran cuáles son los beneficios y los riesgos de emprender una acción individual. Por el contrario, actúan en grupo, en el marco de una cultura colectiva de consumo. En consecuencia, la gestión de las consecuencias no recae en el individuo que las padece, sino en el grupo de iguales que asume la responsabilidad. Tener en cuenta la cultura colectiva relacionada con el consumo puede ayudarnos a entender e intervenir en el consumo de alcohol de una manera eficaz y adecuada.
El contexto puede facilitar o dificultar la aparición de conductas de protección
Los comportamientos protectores menos frecuentes están relacionados con la reducción de la cantidad de alcohol consumido. Por ejemplo, alternándolo con agua o con otras bebidas no alcohólicas, o poniendo límites al consumo. Los datos cualitativos revelan que los jóvenes son conscientes de los beneficios y la importancia de estas estrategias de protección. Además, la mayoría de los encuestados afirman que suelen beber agua cuando llegan a casa para no tener resaca. Sin embargo, no es habitual hacerlo mientras están de fiesta. Un factor que puede influir en la baja presencia de este comportamiento son ciertas características materiales y estructurales de los contextos de ocio nocturno, como el elevado precio del agua en las discotecas o la falta de fuentes de agua potable. En consecuencia, en algunos casos, la incorporación de ciertas conductas de protección no tiene que ver con la información disponible y / o la concienciación sobre los beneficios de llevarla a cabo, sino con el marco de oportunidad del entorno en el que se encuentran los jóvenes.